Tenía que preparar un texto para clase de teatro y me puse manos a la obra enfrente de la librería de la habitación buscando inspiración y me encontré con un par de hallazgos. El primero fué que al revisar los libros lomo a lomo, vi que tengo mucha literatura americana y recordé con nostalgia mis lecturas de Capote, aquella semana en que leí "La noche del cazador" y estuve fascinada por la imagen de Mitchum que recreaba en mi mente. Pero lo que además vi con nostalgia fue desfilar delante de mi los cientos de viajes que hice los últimos años. Yo leia mucho en el avión y usaba la tarjeta de embarque para recordar la página y ahí me encontré cientos de MAD- LHR, no niego que alguna lágrima de nostalgia brotó de mis ojos. Se me agolparon imágenes de paseos por la Tate, café con Ignasi en Harvey Nichols, té con Heloise en el Ritz, las cenas de trabajo en lujosos restaurantes étnicos, aquella cena de navidad en el Botánico con toda la plan mayor ataviada con el traje típico escocés.. pero no sólo el glamour me asaltó, recordé los bocatas en el parque, los mercadillos con mi primo, el olor de la moqueta de LHR, las horas de demora trabajando para no perder el ritmo.
¿Cómo es posible que hoy con este olor a primavera que apunta, en unos días únicos y fascinantes que vivo sienta ese dolor, esa nostalgia por el queroxeno?. Quizás no sea por el avión, el glamour o la sensación de poder. Quizás sea porque cada viaje me llevó durante sus vuelos al mundo fascinante de los otros.